La terapia cognitivo-conductual es una de las ramas de la psicología que, actualmente, se alza como una de las más usada por los profesionales.
Lo que plantea la TCC, es que nuestros pensamientos y sentimientos juegan un papel fundamental en nuestro comportamiento. El objetivo de la terapia cognitivo-conductual es enseñar a los pacientes que pueden tomar el control de cómo interpretar y manejar las cosas en su entorno.
En resumen, la Terapia Cognitivo-Conductual responde a la idea de que los individuos ejecutamos conductas según un patrón mental interiorizado y aprendido en el transcurso de nuestra historia y nuestra experiencia y bagaje personal.
El tratamiento mediante la TCC, no tiene una estimación exacta y puede durar de pocos meses a postergarse durante años. Cabe tener en cuenta que en el transcurso del tratamiento, el profesional indagará hacia el pasado del individuo. Por ello mismo, es necesario que el paciente sepa a qué va a hacer frente y mostrar la mayor predisposición posible. La sinceridad y la confianza es el precio, no demasiado caro, a pagar.
Entre las ventajas a destacar de la terapia cognitiva conductual, se encuentran:
• La disminución del riesgo de recaída.
• Posee una elevada tasa de recuperación.
• No deja ninguna patología residual.
• Evita la cronificación.
• Se reducen las visitas al médico mejorando sustancialmente la calidad de vida del paciente.